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La estrecha línea entre opinar y difamar


Comentarios ofensivos / Fuente: BBC


Nuria Cifuentes. València.


Las redes sociales son a día de hoy una de las herramientas por excelencia de infoentretenimiento, especialmente en el sector juvenil. Sin embargo, un instrumento que se creó para un buen uso termina siendo escogido para crear el mal.


La envidia y la rabia de ver la felicidad de otros a muchos les reconcome por dentro y su única vía de escape es el insulto, las faltas de respeto e, incluso, las amenazas. No es el primer caso que se expone públicamente en el que tik tokers, influencers, personajes públicos... reciben cada día este tipo de difamaciones. Pero ya no solamente eso, la línea ha sobrepasado tanto que se atreven a hacerlo con familiares que no están expuestos de forma pública, que no son conocidos como ellos.


Y todo esto, ¿a qué se debe? ¿Envidia? ¿Fama? Una explicación concreta quizá nadie la encuentre, pero lo que sí encontraremos será la poca dureza de castigo en este tipo de actos. Unos acontecimientos que llegan incluso a desear la muerte de un bebé, un niño/a o de la propia persona. Y es que, sí, aquellos que reciben este tipo de palabras también son personas, con nombre y apellidos, como es el caso de María Pombo; tanto como las personas que los escriben. Estos últimos, conocidos como haters, son una pequeña cantidad dentro del gran número de seguidores de los famosos; sin embargo, son los que más huellas dejan.


Hater, quizá una palabra que para algunas secciones de la sociedad sea completamente desconocida. Tan desconocida como muchos de las personas que lo son. Esto se debe a que deciden mantenerse en el incógnito, detrás de perfiles falsos que no identifican a aquél que está realizando esas terribles acciones. Una valentía a medias diría yo, porque sí son intrépidos para denigrar y escribir las barbaridades que dicen, pero, por el contrario, no se atreven a mostrarse ellos mismos, a mostrar su identidad. Claro, quizá sean más listos de lo que creemos, porque así no serán captados ni descubiertos y podrán seguir haciendo el mal.


Es cierto que llevan años yéndose de rositas, pero cada vez más personajes públicos deciden tomar medidas legales contra este tipo de actos. Ante esta iniciativa, muchos de ellos deciden pedir disculpas y retractarse sobre aquello que han dicho. Sin embargo, es tarde, el daño ya lo han hecho y los famosos deciden continuar adelante. Esta decisión de perdón viene ligada de la mano a que muchos de estos haters suelen ser menores de edad, jóvenes en la adolescencia rebelde que por crear admiración y divertirse un rato deciden generar odio. Piden perdón porque no quieren que se enteren sus progenitores a lo que se dedican en sus horas libres. A pesar de ello, finalmente les toca acarrear con sus actos.


Difamar, generar odio, insultar, amenazar… palabras fuertes que, en la sociedad de hoy en día, debido a que está detrás de una pantalla, son permisivas. Sin embargo, ¿por qué sí se castiga de inmediato la violencia física, pero la psicológica se mantiene a un margen? ¿A caso es distinta? No, sigue siendo violencia.

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