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El duro silencio de toda una afición


Afición del Valencia animando en la final de la Copa del Rey / Fuente: Raquel Pérez


Raquel Pérez. Jérica


Un silencio abrumador se apoderaba de la mente de los valencianistas en cuanto Miranda lanzó el balón contra la red. Mientras los verdiblancos corrían sin rumbo, el valencianismo estaba en un estado de shock. Los jugadores estaban en el suelo destrozados, la tristeza comenzaba a florecer, las lágrimas y los rostros de tristeza inundaban la cara norte del estadio. Un penalti fallado decidió la gran final, 120 minutos de esfuerzo que dependían únicamente de la bota de Yunus Musah, quien no se lo podía creer y se encontraba destrozado y sin rumbo.


“Valencia CF, lololo” era el cántico que comenzó a retumbar después de aquel duro golpe, la afición se levantó, arropó y llevó en volandas a unos jugadores que no se podían creer lo que había pasado. Aplausos constantes de más de 22.000 aficionados que se dejaban la garganta cuándo el capitán del Valencia CF, José Luis Gayà, se acercó a la grada de la afición blanquinegra. Los jugadores ‘chés’ dieron la vuelta al campo en reconocimiento por el apoyo, mientras la marea naranja se dejó la garganta por alentar a los jugadores que habían dado lo mejor para disfrutar de una gran final.


“El equipo valenciano dependía de ese título para poder salvar, de nuevo, una temporada pésima”, explicaba Iván Pérez, aficionado que acudió a la capital andaluza. El trofeo podía maquillar la mala situación del club y devolverle una alegría a la afición. Pero no fue así. La lotería en la ronda de penaltis se decantó hacia el equipo bético.


Sevilla durante la mañana estuvo bañada por la marea valencianista. Tracas, tracas y más tracas se escuchaban constantemente por La giralda. Bengalas naranjas y negras, azules, amarillas y rojas simulaban la senyera. La dolçaina al ritmo de ‘La manta al coll’ y las miles de gargantas que entonaban este himno valenciano. Sin ninguna duda, cómo bien cantaban los aficionados, “Sevilla es blanquinegra, es blanquinegra, Sevilla es blanquinegra”.


Sin embargo, en el campo era una lucha constante por ver qué afición conseguía cantar más fuerte. Más de 57.000 gargantas chillaron a pleno pulmón haciendo de la última celebración de la copa del rey, la más especial. El sentimiento, la ilusión y las ganas se apoderaban de todos los presentes generando un ambiente único y emocionante.


Los béticos y valencianistas se unieron a una en más de una ocasión. “Después de 9 años, el himno de España se tarareó sin pitos, todos íbamos a una”, recalcaba emocionado Dani Pans, un aficionado bético. A Gerard Piqué y Rubiales también se les recordó, el estadio olímpico retumbaba y se caía frente al cántico ‘Corrupción, en la federación’ mostrando una gran indignación hacia los últimos acontecimientos. Por parte de la terreta, en el minuto 19 también hubo protestas. ‘Peter vete ya’, a la reivindicación que se ha puesto de moda se le sumaban las pancartas con el mismo lema, sesenta segundos de tensión e indignación que los béticos supieron respetar y se quedaron en silencio mientras duraba la protesta.


Toda la ilusión que habían cosechado durante esa mañana, la emoción y tensión en el partido, acabó con del valencianismo cerca de la 1 de la madrugada. Los ‘chés’ abandonaban el campo mientras de fondo sonaba ‘We are the champions’ de la banda Queen, para la afición y jugadores verdiblancos. Una final marcada para los más jóvenes, que esperan con ansia la llegada de una nueva oportunidad para conseguir el triunfo.




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