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La juventud al volante


Jóvenes riéndose y pasándoselo bien en el coche / Fuente: La Vanguardia


Laura Cabezas. València


España es uno de los países europeos con mayor tasa de accidentes de tráfico, en especial entre los jóvenes. Durante un largo periodo de tiempo ha sido la primera causa de mortalidad entre la población de 18 a 29 años. Año tras año, los jóvenes protagonizaban la mayoría de las tragedias que se sufrían al volante, tal es así, que las personas de esta franja de edad son consideradas las más imprudentes al volante y los responsables de la mayoría de los accidentes. Si bien es verdad que la mortalidad de esta parte de la población ha disminuido un 41% en los últimos 10 años, las conductas peligrosas y los riesgos de accidente de esta franja de edad es todo lo contrario, aumenta, dejando unos datos un tanto preocupantes y alarmantes.


Este último año, los conductores menores de 29 años han protagonizado un 37,5% más de los accidentes que ocurrían hace una década, siendo culpables o participes del 62% de los casos. Con datos como estos últimos habría que preguntarse si no es obligatoria una mejora en la política de educación vial desde la infancia en las escuelas; si son suficientes las pruebas en vigor para estar en posesión del carné, y, por supuesto, si los controles que realizan las autoridades competentes son lo suficientemente estrictos para impedir que estas conductas se sigan repitiendo mientras vas al volante.


Acciones de mayor calibre es lo que hace falta. Las autoridades tal vez no pueden solucionar por sí mismas este grave problema, pero sí que pueden aumentar las medidas preventivas como son los refuerzos en zonas de adelantamiento, mejoras en la seguridad de los cruces más peligrosos, implantar avisadores de velocidad, hacer estudios en los puntos negros para identificarlos y eliminarlos, mejorar las instrucciones de vigilancia con más controles minuciosos y la optimización de los radares, entre otras.


Unos refuerzos necesarios, junto con campañas de concienciación, en las que se apelen directamente a los jóvenes, de manera cercana y natural, haciéndoles ver la importancia de una conducción segura. Todo lo contrario a lo de hoy en día, ya que nos tienen acostumbrados a campañas de publicidad inundadas por el terror sobre la conducción en la carretera. Unas campañas que tienen el efecto contario, porque quieren impactar de tal manera que pasan los límites de la exageración, haciendo los mensajes de concienciación de estas campañas irreales y difíciles de creer.


En definitiva, un gran porcentaje de la población joven española no está capacitada para conducir un coche. Un gran problema, el cual evidencia que algo falla, tanto institucionalmente y en lo que se refiere a las políticas de tráfico como en las conductas de gran parte de la población juvenil. En referencia a lo último, es preocupante que entre los jóvenes destacan la mayoría de las actitudes más temerarias al volante como el exceso de velocidad, la falta de abrocharse el cinturón, tanto cunado van conduciendo como cuando van de ocupantes y la utilización del teléfono móvil sin manos libres, entre otras tantas.

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